jueves, 25 de abril de 2013

Exploración y Conocimiento del Mundo


Este campo formativo se dedica, fundamentalmente, a favorecer en las niñas y los
niños el desarrollo de las capacidades y actitudes que caracterizan al pensamiento
reflexivo, mediante experiencias que les permitan aprender sobre el mundo natural y
social.
La definición del campo formativo se basa en el reconocimiento de que niñas y
niños, por el contacto directo con su ambiente natural y familiar y las experiencias vividas
en él, han desarrollado capacidades de razonamiento para entender y explicarse, a
su manera, las cosas que pasan a su alrededor. La curiosidad espontánea y sin límites
y la capacidad de asombro que los caracteriza, los lleva a preguntar constantemente
cómo y por qué ocurren los fenómenos naturales y otros acontecimientos que llaman
su atención, y a observar y explorar cuanto pueden usando los medios que tienen a su
alcance.
Desde edades tempranas, las niñas y los niños se forman ideas propias acerca de
su mundo inmediato, tanto en lo que se refiere a la naturaleza como a la vida social. Estas
ideas les ayudan a explicarse aspectos particulares de la realidad y a darle sentido, así
como a hacer distinciones fundamentales; por ejemplo, reconocer entre lo natural y lo no
natural, entre lo vivo y lo no vivo, entre plantas y animales. también empiezan a reconocer
los papeles que desempeñan los integrantes de su familia; los rasgos que caracterizan
sus formas de vida a partir de las actividades que se hacen con regularidad y a entender
para qué sirven los medios de comunicación, entre otras muchas cosas.
Las creencias que dan forma a estos conceptos no están aisladas sino interconectadas
en el conjunto de representaciones mentales que los pequeños se han formado
acerca de los eventos y acontecimientos cotidianos en que están involucrados.
Entre las capacidades que las niñas y los niños pequeños desarrollan de manera
progresiva, la elaboración de categorías y conceptos es una poderosa herramienta
mental para la comprensión del mundo, porque mediante ella llegan a descubrir regularidades
y similitudes entre elementos que pertenecen a un mismo grupo, no sólo a
partir de la percepción sino de la elaboración de inferencias utilizando la información
que ya poseen (Sergio, de tres años de edad, cuando ve un perico en una jaula dice:
“Mira mamá, un pajarote”; el razonamiento que puede explicar la expresión de Sergio
es: si tiene plumas y pico y está en una jaula, entonces es un pájaro). Ideas como éstas
surgen de forma espontánea en los niños y pueden ser el punto de partida de un trabajo
de aprendizaje genuino y basado en sus intereses.
Pocas experiencias pueden ser tan estimulantes para el desarrollo de las capacidades
intelectuales y afectivas en las niñas y los niños como el contacto con elementos
y fenómenos del mundo natural, así como el despliegue de posibilidades para
aprender nuevas cosas acerca de sus características, las formas en que suceden y las razones por las cuales ocurren, las relaciones que pueden descubrir entre eventos
semejantes, etcétera.
El contacto con los elementos, seres y eventos de la naturaleza, así como las
oportunidades para hablar sobre aspectos relacionados con la vida en la familia y en
la comunidad, son recursos para favorecer la reflexión, la narración comprensible de
experiencias, el desarrollo de actitudes de cuidado y protección del medio natural y
para empezar a entender que hay diversidad de costumbres y formas de vida que caracterizan
a los grupos sociales; ello propicia en los alumnos un mejor conocimiento de
sí mismos y la construcción paulatina de interpretaciones más ajustadas a la realidad,
como base de un aprendizaje continuo.
El trabajo en este campo formativo es propicio para poner en juego la observación,
la formulación de preguntas, la resolución de problemas (mediante la experimentación
o la indagación por diversas vías), y la elaboración de explicaciones, inferencias
y argumentos sustentados en experiencias directas que les ayudan a avanzar y construir
nuevos aprendizajes sobre la base de los conocimientos que poseen y de la nueva
información que incorporan.
Las niñas y los niños aprenden a observar cuando enfrentan situaciones que demandan
atención, concentración e identificación de características de los elementos o
fenómenos naturales. En la medida en que logran observar con atención, aprenden a
reconocer información relevante de la que no lo es.
Un apoyo importante de la intervención educativa para fortalecer la capacidad
de observación es el uso de preguntas o consignas que promuevan la identificación de
detalles, la descripción de lo que se observa y la comparación entre elementos, que
pueden dar lugar a la elaboración de explicaciones a partir de lo observado: ¿cómo
es... un ciempiés, una araña, un chapulín?, ¿en qué se parecen los canarios a los colibríes,
en qué son diferentes?, fíjense en... las formas y los desplazamientos de las
nubes, las franjas de las cebras. Las intervenciones de este tipo orientan la atención
de las niñas y los niños en los eventos a observar, dan pie al diálogo y al intercambio de
opiniones y al planteamiento de nuevas preguntas que los pueden llevar a profundizar
en el aprendizaje acerca del mundo natural.
Las oportunidades que se den a los alumnos para comparar cualidades y características
de elementos, seres y fenómenos en condiciones y momentos distintos, y para
que expresen sus predicciones, inferencias o explicaciones acerca de los factores que
pueden haber influido en las transformaciones que suceden (o no), propician esfuerzos
cognitivos importantes: entender la información que se ha obtenido (o parte de ella),
organizar y poner en relación las ideas y las evidencias, así como hacerse entender
por otros. Ello, a su vez, constituye una base en el proceso de adquisición de nuevos
conocimientos y de conceptos progresivamente más completos y complejos, así como
en la formación de actitudes para seguir aprendiendo.


En los procesos descritos son fundamentales las experiencias directas con los eventos
que presencian; además, dado que se trata de aprender más de lo que los alumnos
saben, el uso de información científica es fundamental. tomando en cuenta lo accesible
que sea esta información para que ellos la comprendan, la educadora puede involucrarlos
en actividades de consulta en libros, revistas de divulgación científica, videos, folletos
y en otros medios al alcance, guiándolos en la observación de imágenes que pueden
interpretar y ofreciéndoles explicaciones que amplíen sus conocimientos.
El conocimiento y la comprensión que las niñas y los niños logran sobre el mundo
natural los sensibiliza, fomenta una actitud reflexiva sobre la importancia del aprovechamiento
adecuado de los recursos naturales y orienta su participación en el cuidado
y la preservación del ambiente.
En relación con el conocimiento y la comprensión del mundo social, este campo
formativo se orienta a los aprendizajes que los alumnos pueden lograr sobre su cultura
familiar y la de su comunidad. La comprensión de la diversidad cultural, lingüística y
social (costumbres, tradiciones, formas de hablar y de relacionarse), así como de los
factores que hacen posible la vida en sociedad (normas de convivencia, derechos y
responsabilidades, los servicios, el trabajo), son algunas nociones que se propician
mediante el trabajo pedagógico en este campo formativo.
A las niñas y los niños les gusta hablar sobre ellos y su familia, sobre lo que hacen
cotidianamente o en ocasiones especiales. La información que dan al respecto
es la expresión de rasgos característicos de su cultura. Cuando se abren oportunidades
para tener intercambios, empiezan a comparar sus costumbres con las de sus
compañeros y, por lo tanto, a reconocer rasgos comunes y diferentes entre culturas;
esta es una base a partir de la cual empiezan a tomar conciencia de la diversidad
cultural y aprenden a respetar y aceptar a los demás. también se interesan por saber
qué hacen las personas que viven en su comunidad y cómo funcionan los artefactos
que se utilizan en la vida cotidiana; por ello es valioso que vivan experiencias para
aprender sobre la importancia del trabajo en el funcionamiento de un grupo social
y los beneficios que sus integrantes obtienen de él para el mejoramiento de la vida
familiar y en la comunidad.
Las niñas y los niños tienen oportunidades para conocer el pasado a partir de la
información que les brinde su familia (mediante testimonios, anécdotas y leyendas) y
de evidencias con las que puedan establecer relaciones respecto a las formas en que
ellos viven (con fotografías, películas y vestigios que muestren las formas de vida en
la localidad). Las comparaciones entre lo que hacían sus familiares adultos con lo que
hoy suelen hacer ellos (cómo era su comunidad antes y cómo es ahora, qué servicios
había y cuáles existen) son formas de propiciar la comprensión de que las costumbres,
las cosas y las personas cambian en el transcurso del tiempo.


Además del conocimiento de las formas de vida en el mundo inmediato, el acercamiento
de las niñas y los niños por distintos medios a contextos culturales desconocidos
para ellos, contribuye a la conformación de la identidad cultural.
En conjunto, los aprendizajes que se busca favorecer contribuyen a la formación
y al ejercicio de valores para la convivencia. El respeto a las culturas y el trabajo en
colaboración son, entre otras, actitudes que se fomentan en los pequeños.


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